Bernardo Monroy - Cómo encontrar a Tim Burton

-Estoy seguro que Tim Burton querrá vernos –dijo Rafa-. Después de todo, parecemos personajes salidos de su imaginación.
-Tenemos que darnos prisa, Burton sólo estará en Guanajuato durante el Festival de Expresión en corto –susurró Alicia.
-Espero y no asustemos a la gente –terció Manuel.
Quienes hablaban eran, respectivamente, una momia de Guanajuato con la mente de un muchacho de dieciocho años, el dibujo bidimensional al estilo de Edward Gorey de una bruja adolescente, de dos metros, tan delgada que era bidimensional y tan gris que no tenía otros colores en su piel y la cabeza humana flotante de un recién egresado de la carrera de ciencias de la comunicación, que sólo trabajó un mes en un periódico e inmediatamente después fue ejecutado por el crimen organizado… definitivamente, se trataba de seres muy burtonianos.
Los días 26, 27 y 28 de julio de 2007, el Festival Internacional de Cine “Expresión en Corto”, llevado a cabo en la ciudad de Guanajuato, celebró su décima edición invitando a Tim Burton, director de El Joven Manos de Tijera y El Cadáver de la Novia, por mencionar sólo algunas de sus películas. Durante el festival, hubo miles de fanáticos suyos y medios de comunicación de todo el país. Lo que verdaderamente pasó desapercibido fueron los tres seres sobrenaturales que, leales fanáticos del director por la sencilla razón de ser monstruos que parecían salidos de la imaginación de Burton, lo buscaron para conocerlo personalmente. Los turistas no repararon en ellos, porque estaban muy ocupados viendo películas de Kenneth Anger (otro de los invitados) que seguramente ni entendían. Los guanajuatenses, con esa manía de sentirse la Atenas del Bajío, como alguna vez dijo Jorge Ibargüengoitia, prefirieron ser tan conservadores como siempre, mientras que los medios de comunicación hicieron lo que mejor saben hacer: centrarse en el hecho más llamativo y morboso durante el día y beber como locos durante la noche.
Esta es la historia de la momia, la cabeza flotante y el dibujo viviente que eran fanáticos de Tim Burton.
* * *
Era jueves 26 de julio. El auditorio del estado de Guanajuato estaba lleno. Los medios de comunicación se abarrotaban a la entrada, esperando la llegada del director de El Cadáver de la Novia. Todo mundo observaba a la cabeza flotante, la momia vestida con unos pants “Wilson” y el trozo de papel que caminaba dotado de vida propia. Eran alrededor de las siete y media de la noche. En cuestión de minutos Burton llegaría al auditorio. Rafa, Alicia y Manuel esperaron a la entrada, y de súbito, un muchacho de cabello largo y alborotado, con maquillaje blanco en toda la cara y tijeras en cada uno de sus dedos, los interceptó, preguntándoles de qué personajes estaban disfrazados.
-De unos de un corto inédito. No es ni Frankenwinnie ni tampoco Vincent.
Y sin decir más, hicieron a un lado al improvisado Joven Manos de Tijera de un empujón, para dirigirse a la puerta donde supuestamente entraría Burton. Los periodistas se abarrotaban, sin importarles el cerco policial. Flashazos, manos agitando grabadoras, acreditaciones de prensa cayendo al suelo. Cámaras de video. Actores mexicanos como Erick del Castillo o Eugenio Derbez a quien pocos hacían caso porque la atracción principal venía de un extraño mundo. No fue sino alrededor de las ocho de la noche que una limusina se estacionó frente a la alfombra roja en la puerta trasera del Auditorio y bajó Burton. Fanáticos, curiosos, actores, periodistas corrieron directo a él. El personal de seguridad nada pudo hacer cuando tiraron el cerco. La única declaración de Burton fue un tímido agradecimiento, mientras caminaba al interior del auditorio para que le rindieran un homenaje. Muchos se quedaron atrás… entre ellos Rafa, Alicia y Manuel, quienes sin decir una palabra entraron al auditorio, ante la mirada aterrada de un guardia de seguridad, que como todo buen guanajuatense católico, se persignó al observar una cabeza flotando.
Una vez dentro del auditorio permanecieron de pie. Las luces estaban apagadas, sólo se escuchaban murmullos del público que llevaban playeras de Bettlejuice y Nightmare Before Christmas, eran mortales que ni siquiera sospechaban que entre ellos había tres entidades que eran muchas cosas, pero no humanas: Rafael había despertado de un sueño que empezó en el siglo XVIII. Era hijo de un poderoso terrateniente guanajuatense, que vio morir a su hijo a causa de la rubiola. Lo enterró en el cementerio de Santa Paula, y las propiedades geológicas de Guanajuato lo convirtieron en momia, y además, le dieron la inmortalidad. Estar dormido durante tres siglos fue muy molesto, además que se le durmieron las piernas. En cuanto despertó en pleno siglo XXI buscó la manera de actualizarse, y le tomó mucho tiempo comprender lo que era un ipod y e internet, pero en cuestión de meses ya estaba en antros de moda de Guanajuato como el “Grill” e incluso, de ambiente gay como el “Whoopies”. Diario le preguntaban si era una atracción turística o elogiaban su disfraz. Él respondía que en realidad, era una momia resucitada. Todos reían, le invitaban una cerveza y él reía también. Pasaba las tardes viendo películas de Tim Burton en la hemeroteca de la Universidad de Guanajuato, y fue allí donde conoció a Alicia. Rafa se quedó anonadado al verla: era un pliego de papel de dos metros, con la forma de una bruja de cuento. Dibujada a lápiz, con un rostro blanco, alargadísimo, un par de ojos exageradamente grandes, como si el dibujante hubiera usado dos platos para marcar la circunferencia. El dibujo viviente carecía de nariz y su boca era una diminuta rayita, como un trazo involuntario. El sombrero estaba realizado mediante puros rayones. La hoja de papel viviente se sentó a su lado, mirándolo con total indiferencia.
-Hola, momia –hablaba como total apatía-. Soy un dibujo hecho por una muchacha depresiva, fanática de Edward Gorey. ¿Sabías que los dibujos de Gorey han sido la principal inspiración para la estética de Burton? Seguramente no. La muchacha que me dibujó se suicidó porque su padre abusaba sexualmente de ella y antes de morir me infundió vida con su sangre. Después, salí del papel y cobré vida. Lo bueno es que no necesito comer, pero sí cuidarme de la lluvia, por eso vivo en papelerías. ¡No pongas esa cara! Eres una momia reanimada, tampoco eres muy “normal”… mejor vamos a ver la película y aceptemos las diferencias.
Y a partir de ese momento se hicieron amigos, salían a recorrer las calles de Guanajuato todas las noches. Un mes después se unió a ellos Manuel, quien era un estudiante de ciencias de la comunicación que empezó a hacer sus prácticas en el periódico “El Heraldo de León”. La primera nota que publicó fue la última: denunciaba a un narcotraficante que venía heroína afuera de las escuelas… pese a tratarse de un patético cliché, el criminal se vengó de él, secuestrándolo cuando salía del periódico mientras leía “La Melancólica Muerte del Chico Ostra” (libro de cuentos en verso de Tim Burton, por cierto), acuchillándolo y cortándole la cabeza. Lo que el narcotraficante no se esperó fue que el alma de Manuel vagaría eternamente, y lo primero que hizo fue ir a su caza a darle unos cabezazos para empujarlo desde la azotea de su casa. Después, Manuel se dedicó a flotar por las calles de Guanajuato. Conoció a Alicia y Rafa en el mismo cineclub. Les contó su historia, y ellos la suya.
-Que chingón. Nuestro trío de fenómenos ya está completo –dijo Alicia-. Definitivamente, parecemos personajes de Burton, insisto.
Y como los fenómenos que eran –sobrenaturales, pero fenómenos a final de cuentas- debían soportar la discriminación en una ciudad históricamente conservadora como lo era Guanajuato. Cuna de liberales… sí, pero también de católicos a ultranza, gente elitista y más conservadora que una capsula del tiempo enterrada en el suelo de un Templo del Opus Dei. No en vano –comentaba Manuel- Carlos Fuentes había escrito “Las Buenas Conciencias”, novela desarrollada en Guanajuato que criticaba la mentalidad de la gente de esa ciudad, y Jorge Ibargüengoitia satirizaba a la ciudad inmisericordemente en “Estas Ruinas que ves”… pero el libro de cabecera de la momia, el dibujo y la cabeza flotante no era ninguno de esos dos, sino el único de cuentos y poemas en prosa que Burton había escrito. El libro hablaba de niños que debían hacer frente a una sociedad que no toleraba sus diferencias (El Chico Tóxico, El Niño de Ojos de Clavo, La Cica Vudú o el Chico Ostra). El libro se convirtió en la biblia de los tres. A los guanajuatenses no les importaba si eran entidades sobrenaturales, homosexuales o discapacitados: ellos discriminaban a todo lo que era diferente, sin importar que no tuviera piernas o no tuviera cabeza. En más de una ocasión los corrieron de un bar:
-Aquí no aceptamos momias resucitadas. A la verga o llamo a los polis.
Y más que por el hecho de ser criaturas fantásticas, se sintieron identificados con la obra de Burton porque él siempre usaba como personajes a fenómenos, a perdedores, a buenos para nada, a parias.
Por eso mismo, cuando los medios de comunicación anunciaron que Burton sería invitado de honor para el 2007, año que se celebraban los diez años del festival internacional de cine “Expresión en Corto”, el más importante de todo Guanajuato, no dudaron en estar allí para conocerlo. Era una oportunidad de oro, puesto que vivían en la ciudad. Sólo tuvieron que ir al auditorio del estado.
Tim Burton entró en escena después de que Sarah Hoch, la directora y fundadora del festival (una estadounidense que, en palabras de Manuel “se parecía a Miss Piggy”) ofreciera el discurso inaugural. El actor Luis Felipe Tovar presentó a Burton, y la cantante Astrid Hadad interpretó “Viene Cantando la Muerte”. Burton declaró que estaba my influido por la cultura mexicana, y que siempre había querido viajar al país y conocer las momias de Guanajuato, pues le fascinaban. De haber sido un ser vivo, Rafa habría eyaculado en ese momento. Después, el director se despidió del público. Sara Hoch anunció: “Mañana a las 13:00 habrá una conferencia magistral impartida por Tim Burton”, y después se proyectó Nightmare Before Christmas… pero el padre de Edward Manosdetijeras ya se había ido. Y con él, las esperanzas de Rafa, Alicia y Manuel de conocerlo, así que lo mejor que pudieron hacer fue salir del auditorio del estado y deambular por las calles de Guanajuato, con el único objetivo de ponerse muy borrachos.
Terminaron en una cantina ubicada en la Plaza de San Roq ue, deprimidos, tristes, terminándose una botella de ron “Capitán Morgan”. Dijo Manuel: Algunos cuando están borrachos pierden la cabeza, yo ya perdí el cuerpo, a ver, Rafita, dame otro trago. Ya, no te sientas mal, el que no tengas cuerpo no te hace menos que nosotros, sólo eres diferente, es como cualquier discapacidad, mañana encontraremos a Tim Burton, exclamó Rafa, mientras brindaba con Alicia, quien dijo: A ver, soy un pinche dibujo bidimensional, tú eres una momia putrefacta y apestosa y el otro pendejo es una pinche cabeza. No somos nada. Yo ni siquiera puedo beber mucho porque me mojo. ¡Puta madre! No vamos a conocer Burton, mejor olvidémoslo. Tu problema es que eres muy pesimista, Alicia, yo soy una cabeza, pero me quiero a mi mismo y tú no porque eres un pinche papel. Ya, ya, cálmense los dos, mañana encontraremos a Burton, van a ver. El mesero les preguntó si eran actores invitados al Festival internacional, y los tres dijeron que sí. Perfecto, dijo el mesero, es que no aceptamos en este bar ni a homosexuales, ni a judíos porque asesinaron a Cristo ni a seres de ultratumba. Después brindaron y encendieron la rockola para escuchar “Caminos de Guanajuato”, de José Alfredo Jiménez, que es la canción característica de todo borracho guanajuatense que se dé a respetar: caminoooo de Guanajuatooo, que pasas por taaaanto puebloooo…
Salieron del bar y vagaron por los callejones de Guanajuato. Lucían mágicos a esa hora, pasada la media noche. Las calles estrechísimas, las farolas iluminando, turistas de todo el mundo y carteles promocionales del festival, que mostraban dos trozos de celuloide formando una cruz, y el lema: “MÁS CINE, POR FAVOR”. En los muros de los principales edificios se proyectaban películas. Manuel flotaba hasta alcanzar los balcones de las casas coloniales, Alicia se arrastraba por el suelo y Rafa se contorsionaba con formas imposibles para que los turistas, que pensaban que estaba disfrazado, le arrojaran unos dólares, unos euros, unos yenes. Llegaron su hogar: una pequeña cueva ubicada en una calle subterránea por el Mercado Hidalgo. Durante la colonia, lo que hoy en día eran las calles subterráneas fueron acueductos. Ahora en vez de agua pasaban los coches rumbo a la ciudad. Entre grutas y formaciones rocosas Rafa, Manuel y Alicia montaron su hogar, con tres catres, librero, televisión, un reproductor de DVDs y posters de su director favorito. En alguna calle subterránea se había instalado una pantalla y sillas plegables, con motivo del festival. Los tres despertaron al día siguiente, con una terrible cruda. Manuel sabía que el hecho de ser una cabeza flotante no te salvaba de experimentar resaca.
Se dirigieron al auditorio de del estado para la conferencia magistral de TIM Burton, decididos, esta vez, a conocerlo personalmente.
* * *
Llegaron al auditorio del estado después de que Manuel le mordiera los testículos a un guardia de seguridad, Alicia le cortara el rostro a una chica que se interpuso en su camino y Rafa asustara de muerte a un niño que sostenía un muñeco de Jack Skelton. Era demasiado tarde. La conferencia había empezado y la seguridad era demasiado férrea para que cualquiera, seres fantásticos incluidos, se colaran. Durante la conferencia magistral, moderada por el cineasta René Castillo, y que lleno en su totalidad el auditorio, habló sobre su profunda amistado con Johnny Deep, sus proyectos, y los consejos que ofrecía a los jóvenes cineastas: “hay que ser perseverantes”, declaró, además de declararse como “el más grande mentiroso del mundo” y confesar que “Desde pequeño tuve una fascinación por los monstruos, lo que causó preocupación en mis padres” y “Mis proyectos son como mis bebés y todos tienen algo de mí, aunque debo de reconocer que filmes como `El extraño mundo de Jack’ y `El joven manos de tijera’ me encantan”. Burton se despidió del público, dejando a todos sus fans muertos… aunque algunos ya lo estaban.
-No puede ser… ¿No se supone que ama la cultura de la muerte del mexicano? ¡Debería morirse de ganas por conocernos!
-Te dije, te dije que estamos jodidos –se quejó Alicia-. ¿Dónde está el cabezón, por cierto?
El susodicho apareció flotando entre la gente, empujándola como sólo él podía: a base de cabezazos. De haber tenido cuerpo, habría estado jadeando.
-Hablé con un compañero que trabajaba en el Heraldo. Era un reportero de la vieja escuela, tiene cincuenta años y en cuanto me vio le dio un infarto. “Tú… tú… estás… mu-mu-muertoo” dijo, y se lo llevó una ambulancia. Pero eso no importa, lo que importa es que me dijo que hoy estará Tim Burton en el Museo de las Momias. Lo cerraron especialmente para él, dice que uno de sus sueños ha sido conocer las momias. Incluso se cree que vino para eso especialmente. Sólo los periodistas saben esto.
Los tres sonrieron, con la alegría de Jack Skelton, de Edward Scissorshands, de todo el circo de Big Fish.
A pesar de que la seguridad en el Museo de las Momias de Guanajuato es muy fuerte, ya que en su momento muchos turistas arrancaban trozos a los cadáveres, no les fue difícil colarse, más cuando eres una momia que parece parte del museo, eres una hoja de papel que puede pasar por las ranuras y una cabeza que puede rodar. Así que esperaron entre los pasillos del museo a que anocheciera.
Ubicado en la explanada del panteón municipal, el sitio web del museo le enseñaba al mundo: “Momia se denomina a los cadáveres de seres humanos, o de animales, que por circunstancias naturales o mediante embalsamamiento se han mantenido en aceptable estado de conservación mucho tiempo después de la muerte. Existen regiones y lugares que por sus características de sequedad extrema, frialdad, alcalinidad, aislamiento de la intemperie o de los microorganismos, causan que un cadáver se momifique en lugar de que se degrade por completo, como sucede normalmente en casi cualquier parte de la biósfera terrestre. Las momias de Guanajuato son naturales, ya que no pasaron por un proceso de conservación o embalsamiento y su estado de momificación es lo que genera un misterio sobre las causas que provocó su conservación”. Estaba abierto de lunes a domingo y cerraba sus puertas a las 18:00 horas. Los tres esperaron, esperaron y esperaron, temerosos que el aburrimiento los matara más de lo que ya estaban. No fue sino hasta pasadas las 21:00 que las puertas del museo se abrieron, las luces se encendieron y entró un fotógrafo del festival que tomó fotos por todos lados. Rafa permaneció inmóvil entre las momias que a diferencia de él, no se movían. Alicia estaba en el suelo, arrugada, fingiendo ser basura, y Manuel, oculto en el fondo de un bote de basura. El primero en entrar fue un alto funcionario que no es más que un burócrata guanajuatense, de esos idiotas que le da lo mismo acompañar a un perro entrenado que a la Reina Madre o a Woody Allen. Después, entró en el museo Burton, con su característico peinado y su atuendo de negro, siempre de negro. Manuel salió como tapón de sidra del bote de basura. Alicia se levantó frente a él y Rafa tiró varias momias y rompió un cristal a su paso. El fotógrafo, el burócrata y los guardias que escoltaban a Burton pegaron un susto de muerte, pero el cineasta no se inmutó, como si diario conviviera con seres así… y al menos en su imaginación, así era.
Los tres comenzaron a hablar atropelladamente. Le dijeron todo lo que habían tenido que pasar, y que Guanajuato y todo México suele discriminar a quienes son diferentes, sin importar si estén vivos o no. Le dijeron que se sentían como unos auténticos monstruos. Y entonces, Tim Burton habló:
-La sociedad en general etiqueta a las personas y es lo que nos hace sentir que las personas son diferentes, es la que los ubica en categorías, es por eso que me gustan esos personajes, porque representan el modo en que la sociedad trata a las personas. ¿Saben? Creo que repetiré esto en mi conferencia de prensa de mañana. Y una cosa más: mi siguiente película será un musical. Se llamará “Swenney Todd”.
-¡Y luego adapte la serie de “Dark Shadows”! –gritó Alicia, y sólo seis años después conocería la respuesta.
-Señor Burton –susurró Manuel- Me encanta “La Melancólica Muerte del Chico Ostra”, sobre todo el poema del niño con ojos de clavo…
-The Boy with Nails in his Eyes / put up his aluminium tree. / It looked pretty strange / because he couldn’t really see –dijo Burton-. Una momia de Guanajuato viviente y un dibujo viviente al estilo de Edward Gorey. Un honor haberlos conocido.
Y sin decir más, el director se despidió de ellos y del museo. Dos días después, lo haría de México y de Guanajuato.
Alicia, Rafa y Manuel se dirigieron al Teatro Juárez y los dos primeros se sentaron en sus escaleras –acto de todo baquetón guanajuatense que se diera a respetar- mientras el tercero quedó tirado como una mochila.
-No creí que lo lograríamos –dijo Alicia.
-Y lo logramos gracias a ti, Manuel –afirmó Rafa.
-Aunque no tenga cuerpo… -susurró la cabeza.
-Bueno –le alentó Rafa-. Ya sabes lo que dicen en Big Fish: no tienes, pero de lo que tienes, tienes mucho.
-Creo que otra frase de Big Fish nos define mejor a los tres –dijo Manuel-: El pez más grande del río es así, porque no se deja pescar.

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