Lewis Carrol - Consejos de una oruga
La Oruga y Alicia se estuvieron mirando un rato en silencio: por fin la Oruga se sacó la pipa de la boca, y se dirigió a la niña en voz lánguida y adormilada. --¿Quién eres tú? --dijo la Oruga. No era una forma demasiado alentadora de empezar una conversación. Alicia contestó un poco intimidada: --Apenas sé, señora, lo que soy en este momento... Sí sé quién era al levantarme esta mañana, pero creo que he cambiado varias veces desde entonces. --¿Qué quieres decir con eso? --preguntó la Oruga con severidad--. ¡A ver si te aclaras contigo misma! --Temo que no puedo aclarar nada conmigo misma, señora --dijo Alicia--, porque yo no soy yo misma, ya lo ve. --No veo nada --protestó la Oruga. --Temo que no podré explicarlo con más claridad --insistió Alicia con voz amable--, porque para empezar ni siquiera lo entiendo yo misma, y eso de cambiar tantas veces de estatura en un solo día resulta bastante desconcertante. --No resulta nada --replicó la Oruga. --Bueno, quizás usted no haya sentido h...