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Mostrando entradas de abril, 2009

Sergio Pitol – fragmento de El arte de la fuga

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" En ciertas ocasiones, después de ver pinturas de Beckmann, he sentido la tentación de incorporar en mis relatos situaciones y personajes cuya simple proximidad pudiera ser considerada como un escándalo; establecer en un rapto de bravura los hilos necesarios para poner en movimiento toda clase de incidentes incompatibles hasta formar con ellos una trama. Soñar con escribir una novela ahíta de contradicciones, la mayoría sólo aparentes; crear de cuando en cuando zonas de penumbra, fisuras profundas, oquedades abismales. "

Paul Celan - Canción de una dama en la sombra

Si la dama del silencio llega y decapita los tulipanes: ¿quién gana? ¿quién pierde? ¿quién se asoma a la ventana? ¿quién pronuncia primero su nombre? Es alguien que lleva mi pelo. Lo lleva como se llevan los muertos en las manos. Lo lleva como el cielo llevó mi pelo en el año en que amaba. Lo lleva así por vanidad. Él gana. No pierde. No se asoma a la ventana. No dice su nombre. Es alguien que tiene mis ojos. Los tiene desde que cerraron las puertas. Los lleva como anillos en el dedo. Los lleva como pedazos de placer y zafiro: ya era mi hermano en el otoño; ya cuenta los días y las noches. El gana. No pierde. No se asoma a la ventana. Dice al último su nombre. Es alguien que tiene lo que dije. Lo lleva bajo el brazo como se llevan las actas. Lo lleva como el reloj lleva la peor de sus horas. Lo lleva de umbral en umbral, no lo abandona. El no gana. El pierde. Se asoma a la ventana. Dice primero su nombre. A él lo decapitan con los tulipanes

Constantino Kavafis - En la pequeña ciudad sin alegría

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En la pequeña ciudad sin alegría trabaja como empleado en un gran almacén. Es muy joven. Espera que pasen dos o tres meses y que la afluencia de clientes disminuya, para volver a la metrópoli y sumergirse en el movimiento, en las distracciones. Espera, y esa noche, en la pequeña ciudad sin alegría, está acostado en su lecho, presa del deseo. Toda su juventud arde en pasión, hermosa juventud llevada por el bello arrebato de los sentidos. En sueños, la voluptuosidad vino a él. En sueños, cree poseer el cuerpo, la carne deseada.

César Vallejo - MASA

Al fin de la batalla, y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre y le dijo: "No mueras, ¡te amo tanto!" Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo. Se le acercaron dos y repitiéronle: "No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!" Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo. Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil, clamando: "¡Tanto amor y no poder nada contra la muerte!" Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo. Le rodearon millones de individuos, con un ruego común: "¡Quédate hermano!" Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo. Entonces, todos los hombres de la tierra le rodearon; les vio el cadáver triste, emocionado; incorporóse lentamente, abrazó al primer hombre; echóse a andar.

Luis Martín Santos – fragmento de Tiempo de silencio

" El sol sigue tan tranquilo entrando en el departamento y allí se dibuja el Monasterio. Tiene todas sus cinco torres apuntando para arriba y ahí se las den todas. No se mueve. Tiene piedras alumbradas por el sol o aplastadas por la nieve y ahí se las den todas. Está ahí aplastadito, achaparradete, imitando a la parrilla que dicen, donde se hizo vivisección a ese sanlorenzo de nuestros pecados, a ese sanlorenzaccio que sabes, a ese sanlorenzón a ése que soy yo, a ese lorenzo, lorenzo que me des la vuelta que ya estoy tostado por este lado, como las sardinas, lorenzo, como sardinitas pobres, humildes, ya me he tostado, el sol tuesta, va tostando, va amojamando, sanlorenzo era un macho, no gritaba, no gritaba, estaba en silencio mientras lo tostaban torquemadas paganos, estaba en silencio y sólo dijo -la historia sólo recuerda que dijo- dame la vuelta que por este lado ya estoy tostado... y el verdugo le dio la vuelta por una simple cuestión de simetría. (...) Nacer, crecer, bailar ...

Noé Jitrik - ¿Se gasta el cerebro de los teólogos?

Este importante asunto preocupó muchísimo avanzada la Edad Media, en un momento en el que, precisamente, en todas las religiones había personas preocupadas por agarrar el asunto de la fe, la resurrección, la divinidad y, sobre todo, la relación entre la palabra y la trascendencia. El temor era que los sujetos metidos en ese campo no pudieran salir de él y empezaran a decir cosas que nadie, ni siquiera ellos –lo cual parece ser la máxima aspiración de un teólogo– podían entender. En el universo de las religiones los teólogos estaban muy jerarquizados, se los dejaba tranquilos, metidos en sus celdas y entregados a recorrer con el dedo, a la luz de mortecinas velas, escritos en los que, aparentemente, el propio dios de cada cual había escrito verdades tremendas pero que sólo ellos podían captar. Por supuesto, no se les exigía nada pero tampoco se daba mucha importancia a las conclusiones a las que llegaban; a lo sumo, algún alma piadosa les hacía llegar algún café, si eran musulmanes, un ...

Mario Roberto Morales - Invención de la monogamia

Dicen que en los dorados tiempos del matriarcado, a nadie podía importarle quién era su padre porque la intensa práctica poligámica de las madrecitas impedía que hubiese manera de saberlo. Luego de que el primigenio conocimiento de las bromas pesadas que suele jugarnos la genética determinara la instauración del tabú del incesto, las tribus se reunían (a menudo después de guerrear por territorios) para intercambiar mujeres, lo cual ocurría mediante alegrísimas y prolongadas bacanales que aseguraban el nacimiento de niños sanos y sin los defectos que acusaban los que eran engendrados y concebidos entre familiares dentro de la cerrada comunidad tribal. Dicen también que la monogamia se convirtió en una forma predilecta de castigo que se aplicaba a quienes violaban el tabú del incesto, encerrándolos en un hogar, condenados a tenerse sólo el uno al otro, mientras los demás se dedicaban aplicadamente a engendrar y concebir niños bellos, fuertes y sanos. Se afirma que cuando los hombres fuer...

Espacios naturales- Comprometidos

Este "comprometido" de la naturaleza dejó su profesión de marino mercante y su pasión por el mar para volver a su tierra en la comarca aragonesa del Matarraña y dedicarse de pleno a la conservación de la colonia de Buitre Leonado cercana a Valderrobres Vídeo